Cómo leer una etiqueta de vino sin parecer un sumiller plasta

Valoro mucho que una etiqueta sea bonita.

Hacer una etiqueta bonita cuesta lo mismo que hacer una cara, y aunque no afecta al sabor, sí influye en tu experiencia y predisposición.

Pero hay una parte de la que nadie habla y que te puede dar pistas a la hora de elegir un vino.

Más allá de la denominación de origen, que eso están obligados a ponerlo en cada botella, te cuento 5 conceptos menos populares y que pueden ayudar –y mucho– a saber si ese vino merece la pena.

Y sin dártelas de enólogo engolado.

La edad de las cepas​

Si lo pone, es un dato fiable, nadie te va a mentir en eso. Algunos hablan de la edad de la viña, otros de la edad de la cepa. Es lo mismo.

Y, cuanto más viejo, mejor.

La altura del viñedo

Cuanto más alto, mejor.

Se habla de viñas a 600, 800 y hasta más de 1.000 metros sobre el nivel del mar. Cuanta más altura, mayor contraste térmico, y mejor uva. Más calidad.

El tipo de terreno

Que si arcilloso-calcáreo, que si mineral, que si pedregoso…

Cuanto menos atractivo sea para andar descalzo por él, mejor. Más se estresa la cepa (sí, las cepas se estresan) para producir, y lo poco que produce tiene más calidad porque está más concentrado.

La selección de la uva y la distancia de la viña

Si la uva se selecciona en viñedo, es bueno.

Si hay una mesa de selección al entrar en la bodega, también.

Y a veces aparece información sobre si la viña está cerca de la bodega. Cuanto más cerca, mejor, así la uva sufre menos en el trayecto.

La gravedad

La gravedad saca lo mejor de la uva.

Cuanto menos se zarandee y se presione, mejor vino produce. Si en la contra etiqueta pone algo similar a “uva conducida por gravedad” o algo similar, es perfecto.

Y hasta aquí la clase de enología del día.

La próxima vez que vayas a enfrentarte a una nutrida vinoteca, no olvides las gafas de cerca.

Espero que estés teniendo un día enorme,

Pascual Drake.