Calle Mayor, 31

Mis mejores recuerdos de Nochebuena están en el 31 de la Calle Mayor de Madrid (sí, esto va a ser uno de esos textos nostálgico-navideños de alegre tristeza. Aviso ya).

Allí vivieron mis abuelos maternos desde mi prea-dolescencia hasta mi madurez (o lo que sea). Desde sus sesenta y tantos hasta su eternidad.

Hablo de un tiempo en el que para mí el centro de Madrid eran tiendas de cds de segunda mano, pasteles de la Menorquina, caldos en Lhardy y visitas compulsivas al fnac . 

Hablo de un tiempo en el que la música no era inmediata; un tiempo en el que para hacerte con un disco o una canción había que pagarla y poseerla. Un tiempo en el que tener 15 años y una absurda obsesión por escuchar todas las canciones de The Beatles te hacía tener una ansiada dependencia de que en cada evento en el que alguien te debiera un regalo fuera ese cd que te faltaba.

Así me hice con toda la discografía de The Beatles. Tardé tres años, de los 13 a los 16. Cada cumpleaños, santo, reyes magos... 

Recuerdo especialmente aquella Nochebuena en la que me hice con el Abbey Road. Estaba tan loco por tener ese disco que fui a la cena con mi loro (un reproductor portátil que tenía cd y cassete) bajo el brazo. Lo enchufé en la mesa del despacho de mi abuelo y esperé impacientemente en el comedor a que llegara el ansiado momento de abrir los regalos.

Recuerdo aquella cena levantándome cada rato a escuchar el cd en la habitación de al lado. Así escuché por primera vez Because, Oh darling, y las maravillosas Golden Slumbers/Carry that weight/The End. Paul McCartney en su mayor estado de gracia.

Han pasado más de 25 años de aquella noche, y desde entonces cada 24/25 de diciembre vuelvo a escuchar ese disco. Y me acuerdo de la Calle Mayor, de mis abuelos, de aquella enorme mesa en la que cenábamos más de 10 y de 20. Una mesa en la que fui muy feliz, pero entonces no lo sabía, porque entonces era lo normal. Pero es que eso tampoco lo sabía. 

Hoy no hay vino en esta carta, pero sí mucho cariño y muchos deseos de que estas fechas te lleven a ti también a esa mesa y a esos discos. Porque todos tenemos una mesa como esa en nuestra cabeza. Porque pueden no gustarte estas fiestas, pero no puede no gustarte acordarte de esa mesa.

Feliz Navidad tropa.

And in the end the love you take is equal to the love you make...

(foto: idealista)

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