El secreto no es el vino

He ido al cine a ver Wonka. Supongo que la han llamado así y no Charlie y la Fábrica de Chocolate, como la novela homónima de Roald Dahl, porque no ves a Charlie, no hay fábrica de chocolate, y además la historia nada tiene que ver con la novela ni con las dos adaptaciones anteriores que seguramente has visto.
 
La peli está bien. Buscaba algo para ver con mis hijos sin tener que arrancarme los ojos (como me sucedió hace unos meses viendo Super Mario Bros), y me gustó. Historia bonita, final feliz, y muchas canciones a ritmo de bombones. Que viva el amor, la alegría y el colesterol.
 
Lo que más me gustó con diferencia fue un matiz del final (puedes seguir leyendo, esto no es un spoiler nivel El sexto sentido o El club de la lucha, que estamos hablando de un musical sobre el chocolate).
 
Ese matiz reside en una frase: "El secreto no es el chocolate, lo importante son las personas con quien lo compartes".
 
La frase aparece en una chocolatina que Mr. Wonka abre al final de la peli, que se la había fabricado y regalado años atrás su madre (que estaba seguro caducada, pero como esto es un musical infantil aquí no pasa nada), que a su vez había fallecido antes de poder revelarle cuál era el secreto de que su chocolate fuera tan delicioso.
 
Tras quitarme unas lagrimillas de los ojos, solo pude pensar en que exactamente lo mismo pasa con el vino en la gran mayoría de los casos.
 
El secreto no está en el vino, lo importante son las personas con quien lo compartes. A lo que añado: y el momento, y el lugar, y cómo te encuentres, y si estás celebrando algo...
 
Es más fácil -y más real y bonito- que te guste un vino por motivos personales e íntimos que porque esté elaborado por el enólogo del momento a partir de la última cepa perdida en lo alto del monte más recóndito.
 
Menos puntuaciones, rankings y críticos, y más momentos únicos para abrir una botella.
 
Menos puntos y más autenticidad.
 
Missis Wonka habría sido una gran enóloga.
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