Si algo positivo nos está dejando el post-confinamiento es volver a las primeras veces.
Todo aquello que hasta el fatídico marzo de 2020 fue una parte de nuestra vida y nos fue arrancado. Todo aquello que hemos tardado más de un año en volver a hacer (hacer, escuchar, comer, ver, tocar...).
La vida se está llenando de segundas primeras veces. Y estoy haciendo todo lo posible por disfrutarlas como tal.
Voy con algunas...
Hace unas semanas volví a Ran Ran Tei. Es un garito sin pretensiones en el alto de los bajos de la calle Orense de Madrid en el que cocinan ramen por 10€, alguna gyoza y poco más. Si no has ido, ve (tiene Glovo también). A mí se me había olvidado su sabor, y ha sido magnífico regresar.
Madrid para mí. Me animé a correr la media maratón de Madrid. Que ya sé que no hemos venido a este mundo a correr carreras, pero que te corten el centro de Madrid para gastar un poco las Asics tiene su aquel, ¿no? Desde la San Silvestre que despidió el 2019 no pisaba tanto asfalto madrileño...
Y no es que llevemos año y medio sin viajar, pero volver a pensar en un viaje avión y hotel mediante con amigos sin restricciones hace muuuuucho tiempo que no lo hacíamos. Y hacía falta.
Y las reuniones familiares, las sobremesas en bares y restaurantes, volver a jugar en la cancha, y el ver a tus hijos de nuevo comportarse como niños con sus amigos, sin burbujas ni parcelas...
...y volver a ver imágenes de las vendimias ahora que llega su hora; con las cuadrillas trabajando como antaño me lleva a los orígenes de todo esto. Y recuerdo las vendimias que visité.
Y me acuerdo de la primera vez que viví un último día de vendimia, y de la primera vez que mordí una uva arrancada de la cepa, y de tantas primeras veces como esa primera vez que probé un vino de Toro y se me quitaron todos los prejuicios de los vinos de Toro (casposos, carrasposos, duros y peleones).
Se llamaba -y se sigue llamando- Madremía. Imagen fresca y directa (siempre he pensado que deberían hacer camisetas con ese jabalí), tiene mucha potencia, porque nace donde nace, pero no apabulla, no noquea, no te intimida. Lo mismo te aguanta un chuletón que un picoteo (esa dualidad es de las más difíciles).
Este tinto lo elabora Divina Proporción con Tinta de Toro, que es como se llama la tempranillo en esa zona y cuesta entre 8-9€ en tienda..
En la web de la bodega hay una oferta bastante guay que incluye 6 botellas de Madremía y 6 botellas de 24 Mozas, su hermano pequeño, que tampoco desmerece, por si te animas.
Aún nos queda volver a matarnos a codazos por un doble en la barra del bar y los conciertos de pie y sin mascarilla. Pero llegará. Y esa sí que será una grandísima segunda primera vez.