Los Asquerosos

Llama Santiago Lorenzo "los asquerosos" en su novela Los Asquerosos a aquellos urbanitas que se plantan los fines de semana en el campo con su música, su barbacoa, su tecnología y su urbanismo. Mochufas también los llama, y yo, que soy un mochufa de manual, arquetipo que encaja a la perfección en esta sátira de Carolina Durante (Adoro todo ese ruido I No puedo vivir sin él I Llevo cuatro días en el puto campo I Y ya estoy deseando volver...), llamo asquerosos a aquellos que montan una cena en su casa y guardan en su arcano el vino que tú les llevas.

Son mis asquerosos. Aprendí a vadear este tipo de situaciones hace años, cuando me planté con una mágnum de uno de mis Toro favoritos en una comida multitudinaria y el anfitrión la guardó mientras murmuraba que no maridaba bien con la comida que había preparado (creo que era una paella de pescado), y me invitaba a servirme un albariño de bañera que estaba servido en jarras de Duralex que por supuesto no probé. Mojé mi rabia en cerveza mientras imaginaba mi mágnum en la oscuridad de un armario. Han pasado como diez años. Ojalá se le haya picado al muy asqueroso.

Desde entonces siempre pregunto antes de aparecer con mi mejor vino y sonrisa. Que me invitan a cenar a una casa, pregunto al anfitrión antes de ir, que para eso está el WhatsApp. Si llevo vino es para disfrutarlo con la cena y con los acompañantes. Soy un fiel creyente que llevar un vino a una casa es un doble regalo: el vino en sí, y el placer de compartirlo juntos. 

Me gusta que se me entienda y que el otro, o me diga que no hace falta, que ya lo pone él (ok, dude, tú mandas, es tu casa) y así yo no me molesto en pasear el vidrio; o que me diga que ok, que lleve lo que quiera; o, la opción que más me gusta siempre: que lo complementen con otras etiquetas. Me encanta ir a una casa con una botella bajo el brazo y pelotearla con otras durante el ágape.

No sé qué opinas tú, pero solo te pido una cosa: si alguien aparece en tu casa con una botella debajo del brazo, pregúntale si quiere abrirla o si es un regalo, pero no la guardes, tengas preparado un Château Lafite o un albariño de bañera. No seas asqueroso.

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