Los que odian la Navidad

Odiar la Navidad está de moda. O decir que odias la Navidad está de moda.
 
El odio a la Navidad lo inventó Herodes, así que tan moderna actitud no es.
 
Entiendo el odio al barullo, a la ingesta y empacho de luces y celebraciones; de anuncios de perfumes y juguetes que parecen superproducciones; de cenas de equipo, de departamento, de planta, de edificio, de empresa, de holding... Diciembre tiene más cenas que noches. Las cenas de Navidad ya son una matrioska infernal.
 
Y en el centro, tú; corriendo a comprar el séptimo amigo invisible pasando la resaca de la cena de ayer mientras engulles el primer langostino del aperitivo de hoy.
 
Algo así solo se puede odiar. Los extremos se atraen y los excesos se odian. Desde tiempos de Herodes a nuestros tiempos.
 
Este año os invito a vadear la plétora de tentaciones (no es fácil, lo sé, hay mucho presupuesto malgastado persiguiéndonos) y a centraros en contrarrestar el barullo buscando un silencio.
 
Os invito a dejar de quejaros y a buscar el vuestro. Buscad vuestro silencio.
 
Yo este año me estoy centrando en contemplar cómo los nuevos (hijos, ahijados, sobrinos...) están poco a poco ocupando los espacios que han ido dejando los que ya no están (abuelos, padres...). Se me escapa alguna lágrima de esas que no caen al suelo. Pero creo que en el fondo es de alegría.
 
Busca tu silencio en algo sencillo, es la mejor forma de encontrar paz entre el barullo, y un remedio infalible para dejar de decir que odias la Navidad.
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