Me empiezan a espantar los atajos

Y creo que es la edad, porque antes pillaba todos los que podía.
 
Cada vez aprecio más lo que se logra sin atajos, lo auténtico -o que al menos lo parece-.
 
Me empieza a pasar con lo bonito. Con la belleza.
 
En un mundo en que la belleza se pesa a golpe de talonario a cambio de fórmulas express (sonrisas clonadas de invisalign, flequillos al viento a coste de injerto, labios candorosos rellenos de toxinas...) uno empieza a apreciar cada vez más la vejez auténtica, la natural, y no la belleza de atajos.
 
Tengo la suerte de tener pelo (es lo que hay, lo he heredado), pero tengo unas largas y acentuadas patas de gallo crecidas como enrrededareras a consecuencia de años arrugando la cara en defensa del sol, y mis dientes han ido moviéndose desde aquella adolescencia de ridículos brackets.
 
Pero me niego a tocar mi boca más allá de temas de salud. Los que no tenemos los dientes perfectamente alineados en 2024 somos la resistencia. Si no te molan mis dientes, ¡mira que pelazo!
 
No quiero más atajos.
 
Tampoco en Descorchify. Y estoy haciendo todo lo posible por ser consecuente. Al tema:
 
Hay 3 practicas (atajos para vender más rápido) de los negocios online en época de rebajas que son muy rastreras:
  1. Subir los precios del catálogo unos días antes para poder meter un descuento fuerte los días de rebajas y no ceder tanto margen (esta es muy de Black Friday).
  2. Anunciar como reclamo unas rebajas de "Hasta un 70%" y que al pinchar solo haya un producto al 70% y el resto con un descuento menor, pero tu ya estás dentro... (esta es muy de rebajas de enero).
  3. Anunciar un producto muy solicitado por el usuario pero del que apenas tienen stock. El usuario entra y ese producto aparece agotado, pero tú ya estás dentro... (esta es muy de ventas flash).
Son atajos rastreros que cada vez se usan más. Y no quiero estar en ese bando.
 
Tanto es así que en Descorchify hemos decidido dejar de hacer descuentos. 
 
Trabajamos con enólogos y bodegas de oficio, que ponen precios más que justos a sus productos. Y cada vez creo más en que hay que pagarlo.
 
Si no estás de acuerdo, lo hablamos cuando quieras. Me reconocerás porque soy el de los dientes desalineados, las patas de gallo, y el pelazo.
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