Mis favoritos nunca serán los mejores

Llevo unos días en Cerler con mi familia. Esquiando, comiendo y bebiendo. Lo llevo haciendo cada año desde el 2008. Las mismas pistas, los mismos restaurantes, la misma tienda. 
 
No sé si Cerler es la mejor o la peor estación del mundo. Pero me da igual porque Cerler es mi casa. Ha crecido y cambiado conmigo y no juzgo cómo esté cada año (este año en concreto casi no hay nieve. Pero me da igual).
 
Y no iré a otro sitio porque en otros sitios no está La Borda del Mastín; ni las gildas de ese bar que hace esquina en Benasque; ni la tienda gourmet en la que siempre me hago con media docena de botellas del escaso y buscado tinto Sed del Desierto.
 
Y lo que me pasa con mis pueblos favoritos también me pasa con los bares y restaurantes: el Nuevo Jiménez, una barra de barrio cercana a mi casa, sabe más secretos de mí que cualquier otro bar porque ahí me reúno cada semana con mis amigos. Nunca ganará un concurso de alitas de pollo, pero es mi bar. 
 
Y el Ran Ran Tei, un local sin pretensión alguna en el que te sirven un ramen (y un refresco) por 12€ que resucita a cualquiera. Me encanta ir solo a Ran Ran Tei a meterme en calor en medio de una jornada de trabajo. Y más si hace frío.
 
Y La Rueda en El Escorial; La Alberuca en Somo: o Triana en Málaga...
 
Raro es que me salte una edición del Tomavistas o de Las Noches del Botánico de Madrid. Porque son festivales a los que aún les queda un poco de corazón.
 
¿Y el vino? Juan Gil me acompañó en mi boda; Barcolobo es parte de mi casa; con Conde de Valicourt he brindado por cosas muy importantes...
 
No creo que ninguno de estos vinos tenga una gran puntuación; ni si los grupos más seguidos forman parte del cártel de esos festivales; ni si esos bares han ganado el premio a la mejor tapa del año...
 
Pero lo que sí creo es que mis favoritos lo son por un impulso emotivo, no por un ranking, ni por la opinión de los críticos, ni porque lo diga no sé qué medio.
 
Y si tu haces caso a tu corazón, te pasará lo mismo. Tus favoritos nunca serán los mejores; pero sí serán los mejores porque son sus favoritos.
 
Y así es como elegimos los vinos de Descorchify: no miramos si tienen o no grandes puntuaciones, o si los ha catado el enólogo famoso del momento, o si tal periodista los ha reseñado. Son vinos que tienen corazón. El del que lo elabora y el del que lo bebe.
 
Feliz Domingo.
 
@pascualdrake
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