Una técnica infalible para medir el nivel etílico de una fiesta es la reacción del público ante un determinado tipo de canción.
Si el DJ pincha el Sweet Caroline y se comienzan a entrelazar los brazos de los asistentes formando círculos humanos para gritar al unísono Lo Lo Lo al ritmo de la tres notas de saxo del estribillo de este temazo, la fiesta está en su apogeo. No falla.
Sweet Caroline es una canción bellísima y muy pegadiza. Uno de esos hits que gustan a todo el mundo. Tanto, que ya se ha convertido en canción para medir la temperatura de los borrachos.
Al igual que este tema le ocurre al I will survive de Gloria Gainor, especialmente si suena la versión que sacó en los noventa unos tal Hermes House Band.
Lo lo lo lo lo, lolorolololo, lo lo, lo lo…
Últimamente sucede también con el Rasputín de Abba, y por su puesto con el ya clásico Seven Nation Army de The White Stripes.
El sábado pasado en una fiesta campestre comenzó a sonar la de Diamond. La reacción fue inmediata, y eso que ni siquiera había anochecido. El momento me sorprendió hablando con mi amigo Edu a unos metros de la zona de baile y, viendo el panorama, me comentó: “es que hay canciones que sin quererlo se han convertido en música de borrachos”.
Son canciones que no nacieron con esa intención, pero que el tiempo las ha convertido en esto.
Y nos salió este racional, y una buena lista…
¿A qué tu también tienes identificadas unas cuantas?
Neil, gracias por tu dulce Carolina.
Brindemos. Lo lo lo lo looooooo…