Pasión de Skywalkers: Honoro Vera Garnacha

La familia.

La familia, además de ser todo lo que te rodea, es fuente eterna de carnaza para películas, libros, cuadros... La Guerra de las Galaxias no es más que una guionización de los dimes y diretes de la familia Skywalker. Que se llama El imperio contraataca y todos disfrazados, pero que si se llamara Pasión de Skywalkers no se disfrazaría nadie pero la trama sería la misma: el patriarca que primero es bueno pero que después traiciona a media galaxia y es malo; y que sus hijos (mellizos para rizar más el rizo) deciden reventarle el imperio al padre, se lo revientan, y cuando ya han restablecido la paz en el barrio, aparece el nieto que dice que quiere parecerse al abuelo, se hace Sith, y otras nueve horas de riñas familiares. El caso es llevarle la contraria al antecesor, lo que pasa en todas las casas.

Que se lo digan a los Corleone (El Padrino no va sobre la mafia, va sobre una familia que tiene sus cositas), o a la escritora manchega Ana Iris Simón, que hace unos días montó un pequeño sunami porque la llamaron de Moncloa para hablar de la agenda 2050 y Ana Iris se desmarcó con un discurso que se resume en que si en 2050 no hay medidas que piensen más en las familias y menos en las placas solares, no habrá techos sobre los que aposentarlas porque lo que no habrá serán familias que paguen esas casas.

Todo a raíz de su libro Feria, en el que cuenta precisamente la historia de su familia. Libro que yo hará un par de meses que leí, y me reí, me entretuvo, y tampoco le hice muchísimo caso, pero recuerdo que me gustó. Ahora según la prensa, y a raíz del discurso de esta periodista en Moncloa, resulta que me he leído un panfleto fascista-neoliberal-calvinista-marxista-leninista y de las jons. Debí leerlo mal.

En fin: si la familia es sagrada en el arte, el cine y la escritura, no lo es menos en el mundo del vino. "Las familias del vino" es un titular asiduo en la prensa sectorial.

Hoy vengo a hablar de un abuelo. De un abuelo llamado Honoro Vera, que es el abuelo patriarca de los Gil de Jumilla (Juan Gil, igual te suena, ¿no?).

Los Gil bautizaron Honoro Vera a un tinto de garnacha aragonesa de su bodega de Calatayud. Un vino moderno nivel lo pones en Nochebuena y tu tío te echa de la mesa, y con razón, porque en Nochebuena hay que ir perfumado, sobrio y con un reserva de Rioja bajo el brazo, pero que a mí me enamoró cuando lo probé en el 2013, el mismo año que se sirvió a los 1.500 invitados de la cena posterior a la entrega de los Oscar. Que vete tú a saber como se coló ahí.

Hoy Honoro Vera (5-6 pavos aprox) tiene varias versiones: el Garnacha que inició la saga y del que somos fans acérrimos; Honoro Vera Ecológico (por si eres de los que tienes 5 cubos de basura en la cocina pero luego viajas en avión); Honoro Vera Blanco, quizá el que menos punto tiene; y Honoro Vera Rioja, que para ser un Rioja de cinco euros que no convence a tu tío, entre tú y yo nos apretamos 2 botellas con 300 gramos de jamón serrano.

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