Soy el que siempre llora en las bodas

Lloro en todas las bodas. Lloro en el momento en que recogen las mesas. Me quedo llorando en mi sitio observando el desolador panorama de ordas de camareros portando bandejas repletas de copas llenas de todo el vino que sobra.
Y lloro por dentro. ¿Hay en algún tipo de evento/celebración en el que se desperdicie más vino que en una boda? Es un drama. Yo lo lloro. De hecho yo voy a las bodas a llorar ese momento, no voy a otra cosa.
Soy la plañidera de Baco.
Si yo fuera el capo de ventas de una bodega haría todo lo posible para que mis vinos no se sirvieran en sitios de bodas. Es cierto que te asegura un volumen de pedidos grande, pero pensar que un altísimo porcentaje del producto va a acabar en el fregadero de vete tú a saber qué finca me parece una falta de respeto al producto.
En Nos vemos allá arriba -novelón Pierre Lemaitre que estás tardando en leer- una de las historias que se entrecruzan es la de un empresario que consigue un contrato con el gobierno francés tras la IGM para recuperar los cuerpos de los caídos franceses y darles una sepultura decente. Para sacar el máximo beneficio, compra ataúdes más pequeños y contrata personal poco cualificado y analfabeto. ¿El resultado? Restos de cadáveres que no caben en el féretro, cuerpos que no se corresponden con su tumba… Mientras le investigan, las reprimendas que vierten sobre él tienen un origen mucho más sentimental que de corrupción: nos es que haya defraudado al estado, es que está mancillando la memoria de miles de caídos y de sus familias.
Y no es que esté comparando un negocio de elaboración y venta de vino con el de servicios funerarios (bueno sí, la verdad es que lo estoy haciendo. ¿Y?), pero es que siempre me han caído bien esos bodegueros que al negociar una venta dedican tanto tiempo a negociar bien como a entender a quién se lo están vendiendo.
Les gusta saber quién va a disfrutar el fruto de su tierra. Saber si su vino va a acabar en una mesa rodeada por gente con ganas de disfrutar cada copa o en un botellón.
Bueno y este rollo a qué viene, te estarás preguntando (o no, no sé, pero te lo cuento).
Pues es que a raíz de que muchos de vosotros me hayáis escrito directamente preguntando dónde comprar los vinos de los que se habla por aquí, y hablando con algunos de esos bodegueros que miman cada contrato que firman en honor a su producto, me he aventurado a darle una forma legal a todo esto:  Descorchify ya es más que una newsletter.
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